Masa salarial: para muchos empresarios, estas dos palabras suenan más como un problema que como una oportunidad. Si bien de entrada se suele asociar con una carga financiera que hay que controlar, la masa salarial es ante todo una inversión que hay que saber gestionar lo mejor posible para activar y mantener el crecimiento de la empresa. Si se opta por la remuneración variable, la masa salarial puede llegar a ser una suma de oportunidades, en lugar de representar un total de costes. Cambie su modo de ver la masa salarial y descubra el impacto positivo que puede tener en ella la remuneración variable.
La masa salarial designa la suma de las remuneraciones brutas pagadas por una empresa a sus empleados durante un periodo determinado. En otras palabras, la masa salarial representa la carga financiera total de la empresa, incluidos salarios, incentivos y cotizaciones patronales. El interés de tener un buen conocimiento de la masa salarial va más allá del simple valor estadístico, ya que permite evaluar la pertinencia del modelo de negocio de la empresa y su buena salud financiera.
Calcular la masa salarial de su empresa le permite ver en qué posición se encuentra respecto al ratio medio de su sector. Además, comparar la masa salarial con la facturación permite comprender mejor el modelo de negocio elegido por la empresa, fijar nuevos objetivos de crecimiento y desarrollar nuevas estrategias de contratación. Comprender los entresijos de esta carga financiera es, por lo tanto, esencial para ajustar su estructura de la manera más pertinente y eficaz posible. Si bien el cálculo de la masa salarial es un dato clave para cualquier empresa, reviste mayor importancia en algunos sectores que en otros.
Para las empresas del sector servicios, la masa salarial es de suma importancia. Gestionarla adecuadamente supone un reto estratégico de primer orden. Mientras que en el sector secundario, es decir, la industria, la mayor parte de la inversión de las empresas se realiza en máquinas y robots, en el sector terciario, es decir, los servicios, la principal fuente de costes radica en la masa salarial. No son las máquinas sino las personas las que producen estos servicios, lo cual explica que los salarios constituyan la principal partida de costes.
Una vez se comprende que en el sector servicios la masa salarial es la inversión prioritaria, hay que plantearse su gestión de un modo estratégico. Esto es tanto más cierto para las empresas españolas cuanto que España se ha convertido en un país donde el principal sector es el terciario y donde el sistema social ofrece cobertura a las personas, lo cual explica que las cargas sociales se hayan convertido en la principal partida presupuestaria del Estado.
Gestionar estratégicamente la masa salarial implica tomar una decisión de crucial importancia: situarse a la vanguardia o bien reactivamente respecto al mercado. Ser reactivo en relación con el mercado significa ajustar la masa salarial a la ley de la oferta y la demanda. Por el contrario, estar a la vanguardia implica capacidad de anticipación por parte de la empresa que decide contratar a empleados antes de que se consolide el crecimiento, en lugar de incrementar la plantilla una vez se han firmado los contratos. El objetivo de esta maniobra es provocar un crecimiento rápido y a la vez duradero optando por una importante campaña de contratación. Esta visión estratégica requiere una buena dosis de audacia y ambición y la asunción de riesgos que pueden reducirse considerablemente adoptando el método adecuado de remuneración de los empleados.
Anticiparse al mercado inflando deliberadamente la masa salarial, antes incluso de que el crecimiento sea efectivo, no tiene por qué suponer grandes costes si el paquete salarial incluye una proporción razonable de remuneración variable. La principal ventaja de los incentivos por objetivos es que se trata de un sistema orientado a los resultados y, por lo tanto, a la performance. Como tal, solo genera un coste si se alcanza el objetivo y, por consiguiente, se genera crecimiento. En este caso, las finanzas de la empresa permiten pagar holgadamente los incentivos.
Saber que el coste de la masa salarial es proporcional a la rentabilidad de la empresa permite gestionar con tranquilidad el modelo de negocio y posicionarse de forma decidida en el mercado. Optar por la remuneración variable equivale a dotarse de los medios para contratar de forma ambiciosa antes incluso de que arranque el crecimiento, ya que solo deberán pagarse los incentivos si la empresa es realmente rentable. Si los empleados no alcanzan sus objetivos, su remuneración variable será nula y el coste de la masa salarial no hará peligrar la salud financiera de la empresa. Por el contrario, si se contrata a un gran número de empleados desde el principio y se alcanzan los objetivos de performance, la empresa se vuelve rápidamente rentable y el pago de los incentivos no supone ningún problema.
Otra virtud de la remuneración variable es su atractivo para los empleados. Los incentivos por objetivos, debidamente calibrados, realizables y asociados a un aumento significativo de los ingresos para cada empleado afectado, actúan como auténticas palancas de retención de talento. Además de ofrecer un beneficio material significativo, son una prueba efectiva de la confianza que la empresa deposita en sus empleados. Incentivan el deseo de aumentar la performance y reducen considerablemente el riesgo de rotación del personal. La remuneración variable sitúa tanto a la empresa como al empleado en un círculo virtuoso, en el que el éxito de uno lleva a la satisfacción del otro.
La gestión de la masa salarial se percibe a menudo como un problema que hay que solucionar y no como una fuente de reflexión y de oportunidades. Una vez que la empresa comprende que no se trata solo de un coste, sino ante todo de una inversión, puede permitirse adoptar estrategias anticipativas y exitosas.